Editorial
7 noviembre, 2019
Como siempre, Bob Dylan tenía razón: los tiempos estaban cambiando. En solo un puñado de meses, la fauna de la calle Corrientes asistió a un espectáculo imposible: el momento en el que los jóvenes mufados de Kuhn y los rockers de Eddie Pequenino devenían súbitamente en los náufragos de “La Balsa”. 1966 es el vórtice: un torbellino de evolución que, hacia atrás y hacia adelante, emite sus descargas de electricidad.
Si la efeméride es un lugar común, la cartografía es una cuenta pendiente. Mapa del Rock, en ese sentido, se propone desplazar el relato. Mejor aún: emplazarlo. Fijar enclaves, dibujar circuitos: trazar una geografía. Superponer los mapas de la historia hasta que, sobre la mesa, aparezca el laberinto.
El Teatro La Fábula, por ejemplo. En diciembre de 1966, Miguel Grinberg organizó la primera edición del festival Aquí, Allá y En Todas Partes en aquella sala junto al Mercado del Abasto. Un encuentro donde artistas como Moris, Tanguito, Morgan X (el propio Miguel), Javier Martínez, Bob Vincent, Susana Salzamendi y The Seasons lanzaron una flecha que se clavó en el centro del presente. ¿Qué era lo que empezaba? ¿Había algo que terminaba? En cualquier caso, ¿era una continuidad o era una ruptura?
La respuesta está flotando en el viento: aquí, allá y en todas partes.