Ciudad de Buenos Aires

Disquería El Agujerito,
Galería del Este, Maipú 971

Fundada por Susana Silva y los hermanos Epstein, El Agujerito abrió sus puertas en 1969 como disquería especializada en jazz y rock. Ubicada en el local 10 de la Galería del Este, su catálogo de rock argentino y de importados inhallables la convirtió en un vórtice de tráfico cultural. Firmada por Oscar "Oso" Smoje (inspirado, según cuenta la leyenda, en un diseño de Luis Felipe Noé), la estética psicodélica del logo y el dibujo de la vidriera era un llamador de ángeles para melómanos y buscadores de tesoros.

Lo que sonaba

Artículos relacionados

Fuente: Fundación IDA - Diseño: Oscar Smoje

Itinerarios

Orígenes del Punk: Le Chevalet / Universidad de Belgrano / Disquería El Agujerito / Teatro del Plata

Mientras en Inglaterra el punk nació como reacción de los hijos de la clase obrera y sus bandas tocaban en cualquier lugar apenas habitable para que todos se exorcizaran a escupitajos, en Argentina tuvo como sede de su bautismo a un restaurante francés de Recoleta y como uno de sus principales motorizadores a un joven de clase media alta que, luego de un viaje a Inglaterra con su familia, regresó decidido a cortarla con el hippismo.

 

El año inaugural del punk es 1976. En Argentina, es el año del desembarco de los militares. Los jóvenes o: habían sido masacrados y desaparecidos, o aquietados por el miedo y refugiados en la comunidad rockera -no sin persecuciones, estigmatizaciones y hartazgo-. Pero, a finales de los setenta, llegaba una nueva generación para la que el hippismo era algo dado: la psicodelia, una evasión blandengue. Estos jóvenes buscaban otro golpe de efecto.

 

Cuando Pedro Braun, bajo el apodo de Hari B. (sería integrante de Los Violadores), escribió aquella carta a la revista Pelo en la que aseguraba que existía el punk argentino, se convenció de que esto era así y que si no lo inventaría. De una manera u otra, con su conocimiento de primera mano de las novedades europeas, empezó a dispersar esta forma de componer y de ser punk. Así, mientras se armaban las primeras bandas, la disquería El Agujerito de la Galería del Este (sí, a la que iba Borges) traía los discos de los Sex Pistols, los Ramones y los Clash. El nuevo ghetto ya tenía su dealer, aunque para nada accesibles: esos importados eran carísimos.

 

En algún punto de 1981, los hermanos Juan Pablo y Alejandro Correa convencieron al pintor Botto Jordán de que era buena idea transformar la trasnoche de Le Chevalet, el restaurante que tenía con su esposa Teresa Idoyaga. “El punk es tendencia en Europa”, exageraron. Como el tema de la comida francesa no tenía mucho éxito, los dueños asintieron y el lugar se convirtió en el primer rastro importante del género. Fue convulsivo y terminal. A los seis meses, los vecinos habían llamado tantas veces a la policía y Botto había sido detenido tantas veces que el lugar cerró las puertas.

 

A mediados de ese mismo año, Los Violadores consiguieron una fecha para tocar en el Anfiteatro de la Universidad de Belgrano. La banda se extirpó la i para que la censura no llegara antes del show, pero el nombre falso fue una invocación. Voló de todo y la mitad del público quedó detenido. La tortura generó el efecto contrario. “Fue en julio del ’81 que nos hicimos más punks que nunca”, diría Pil, en La Izquierda Diario. “Habíamos pasado ese show, esa noche, esa experiencia. ¡Y habíamos sobrevivido! Quedó un aire de pequeña épica. De actitud desafiante en el desierto. Entonces nos sentimos fortalecidos”.

 

Días después de esa noche se fueron juntos al Ital Park. Se metieron dentro de los laberintos, corrieron en los autitos chocadores, tiraron con las escopetas de feria. “Boludeces, pero tener ese plan un sábado a la noche con tus compañeros de grupo te hacía sentir que estabas realmente formando una banda”, contaba Pil. “Hasta ese entonces, los cuatro juntos no nos veíamos muy seguido más allá de los ensayos y shows. Pero todo lo que pasó en la UB nos empujó hacia la convicción de insistir en lo que queríamos. Y ahí comenzó otra historia”.

 

Poco después, Alerta Roja consiguió una fecha en el Teatro del Plata, ubicado en una galería sobre la calle Cerrito entre Sarmiento y Cangallo (hoy Tte. Gral. Perón). La banda, los primeros punks argentinos en editar un disco (con el provocativo nombre Derrumbando la Casa Rosada), se presentó el sábado 17 de julio de 1982. La capacidad era para 300 personas y el lugar se llenó. Esta vez no se acercó la policía, pero hubo un cruce de público no empático entre sí. Los punks por un lado y el público de las películas de rock progresivo que pasaban a la medianoche. El resultado de esta suma: trompadas. De todos modos ¿era tan llamativo que hubiera tanta violencia en la reacción de estos jóvenes que vivieron seis años ininterrumpidos de lo que luego se llamaría con nombre y apellido Genocidio?

Por Rosario Bernasconi

Mapa

1966-1982
1983-2001
2002-2022