
Ciudad de Buenos Aires
Arribeños,
Arribeños 2853
En el otoño de 1968, el productor Ricardo Kleiman bajó de su Camaro y tocó el timbre en la casa de Arribeños 2853. Adentro, rodeado por el calor hogareño de la familia, un grupo que nunca había tocado en vivo le ofreció su ensayo. Se llamaban Almendra. Desde entonces, la casa se convirtió en un nodo del rock argentino. Ahí, en la sala más grande, se formaron y ensayaron bandas como Pescado Rabioso e Invisible. Ahí, entre los baños y la cocina, personajes como Pappo y Tanguito hicieron sus fechorías. Ahí, en la piecita de arriba, Luis Alberto Spinetta compuso las canciones de Artaud. ¿Qué esperan para declararla Patrimonio de la Humanidad?
Lo que sonaba
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Itinerarios
Spinetta en los 70s: Arribeños / Luna Park / Phonalex / Parque Centenario
Una crónica del año 1970 en Primera Plana relata: “la madrugada del sábado 26 de septiembre, en esa casi Abbey Road de Moreno al 900, el sereno de los estudios TNT trajinó un centenar de veces hasta el portón de hierro. Evaporados de los aguantaderos habituales, Spinetta, Molinari, Del Guercio y García, esa noche grabaron durante diez horas los primeros temas del último LP que realizarán en conjunto para la RCA”. Los Estudios TNT, como si fueran una casa de antropólogos del futuro, vieron gestar el que sería el álbum doble de Almendra. A lo largo de los siguientes años, Luis Alberto Spinetta recordó que aquella noche los pasillos y las escaleras del estudio se llenaron de seguidores de la banda sospechando la peor noticia. El último capítulo de su banda favorita. El tiempo les traería revancha. Las obras de un ángel gris.
La teca se acordó con Norberto Orliac. Artaud, el disco tangente de Pescado Rabioso y el mejor del rock argentino, se grabaría en los estudios Phonalex. Lo que cambió fue el modo: Luis Alberto Spinetta lo registraría de noche. Un gesto que no sólo disminuía gastos sino que mejoraba el clima calmo de la obra inspirada en el poeta surrealista. Phonalex reunía, además, el instrumental técnico adecuado para generar el sonido que Pescado Rabioso había patentado entre esas paredes acustizadas. Más allá del personal (los pocos músicos, los técnicos), Pomo Lorenzo era el único testigo privilegiado. Una noche, cuando abandonaban el estudio con la primavera acechando, volvieron tan solos por Santa Fe que pasaron varios semáforos en rojo, voltearon un faro de luz y nadie se dio cuenta. La historia entre Pomo Lorenzo y Spinetta tendría un nuevo capítulo casi al instante. Antes tuvieron que arreglar la óptica del auto.
Si vas a la casa de Pomo en La Paternal vas a ver un cuadro de Invisible en la primera habitación que funciona como living. El batero lo va a señalar y te va a decir que fue la mejor banda de Spinetta. Por supuesto: Pomo integró ese trío, luego cuarteto. Y aunque el tiempo avanzó muy rápido para la vida artística de Spinetta, aún con Invisible los ensayos seguían siendo en la casa de Arribeños. En ese período de 1973-1976, las paredes detrás de la puerta con número 2853 se volvieron cósmicas y algo progresivas. En esa misma casa, también ensayaron Almendra y Pescado Rabioso. En la pieza de arriba, Spinetta se enamoró de Patricia Salazar y juntos se metieron en la mente de Antonin Artaud. Árbol, hoja, salto, luz, aproximación.
A nueve años de su separación, Almendra eligió Obras para volver y, además, registrar el único disco en vivo de su historia. Reventaba el calor de aquel diciembre de 1979 cuando Luis Alberto se acercó al micrófono y marcó el inicio con la bajada de siempre: “Un, dos, tres, va… Ana no duerme”. Esa fue, también, la canción (grabada originalmente en Almendra -1969-) que quedó como inicio en el disco oficial. Después llegaría la grabación de El valle interior (1980) pero esa es otra historia. Ese Obras para el regreso de Almendra también tuvo imagen. Unas pensadas para una película que nunca llegó a buen puerto. Y otras para recibirlo nuevamente con Spinetta Jade antes que la democracia vuelva a salir por el horizonte.
Por Facundo Arroyo